El salmo 18 es una oración que sirve como instructivo y excepcionalmente claro sobre la grandeza de Dios. Habla del Señor como una figura muy activa en el cielo, y de un hombre en la tierra que es sincero y ansioso por llevar a cabo la voluntad de Dios. Pasemos a verlo.
Salmo 18
“1Mi Señor, mi fortaleza,
¡yo te amo!
2Mi Señor y Dios,
tú eres mi roca, mi defensor, ¡mi libertador!
Tú eres mi fuerza y mi escudo,
mi poderosa salvación, mi alto refugio.
¡En ti confío!
3Yo te invoco, Señor,
porque solo tú eres digno de alabanza;
¡tú me salvas de mis adversarios!
4Los lazos de la muerte me rodearon;
¡me arrolló un torrente de perversidad!
5Los lazos del sepulcro me rodearon;
¡me vi ante las trampas de la muerte!
6Pero en mi angustia, Señor, a ti clamé;
a ti, mi Dios, pedí ayuda,
y desde tu templo me escuchaste;
¡mis gemidos llegaron a tus oídos!
7La tierra tembló y se estremeció;
las montañas se cimbraron hasta sus cimientos;
¡se sacudieron por la indignación del Señor!
8Humo salía de su nariz,
y por su boca brotaba fuego encendido;
¡su furor inflamaba los carbones!
9El Señor inclinó el cielo, y descendió;
bajo sus pies había una densa oscuridad.
10Montó sobre un querubín, y voló;
¡voló sobre las alas del viento!
11Se envolvió en un manto de sombras;
se ocultó entre grises nubes, cargadas de agua.
12De su deslumbrante presencia salieron
ascuas y granizos que cruzaron las nubes.
13El Señor lanzó un poderoso trueno;
el Altísimo dejó escuchar su voz
en medio de ascuas y granizos.
14Lanzó sus flechas, y los dispersó;
¡lanzó relámpagos, y acabó con ellos!
15El Señor dejó oír su reprensión,
¡y a la vista quedó el fondo de las aguas!
De su nariz salió un intenso soplo,
¡y a la vista quedaron los cimientos del mundo!
16Desde lo alto el Señor me tendió la mano
y me rescató de las aguas tumultuosas,
17¡me libró de los poderosos enemigos
que me odiaban y eran más fuertes que yo!
18Me atacaron en el día de mi desgracia,
pero el Señor me dio su apoyo:
19me llevó a un terreno espacioso,
y me salvó, porque se agradó de mí.
20El Señor me premió porque soy justo;
¡porque mis manos están limpias de culpa!
21Yo he seguido los caminos del Señor,
y ningún mal he cometido contra mi Dios.
22Tengo presentes todos sus decretos,
y no me he apartado de sus estatutos.
23Con él me he conducido rectamente,
y me he alejado de la maldad;
24él ha visto la limpieza de mis manos,
y por eso ha recompensado mi justicia.
25Señor, tú eres fiel con el que es fiel,
e intachable con el que es intachable.
26Juegas limpio con quien juega limpio,
pero al tramposo le ganas en astucia.
27Tú salvas a los humildes,
pero humillas a los soberbios.
28Señor, mi Dios,
tú mantienes mi lámpara encendida;
¡tú eres la luz de mis tinieblas!
29¡Con tu ayuda, mi Dios,
puedo vencer ejércitos y derribar murallas!
30El camino de Dios es perfecto;
la palabra del Señor, acrisolada;
Dios es el escudo de los que en él confían.
31¡Aparte del Señor, no hay otro Dios!
¡Aparte de nuestro Dios, no hay otra Roca!
32Dios es quien me infunde fuerzas;
Dios es quien endereza mi camino;
33Dios es quien me aligera los pies
y me hace correr como un venado;
Dios es quien me afirma en las alturas;
34Dios adiestra mis manos para el combate,
y me da fuerzas para tensar el arco de bronce.
35Tú me diste el escudo de tu salvación,
me sostuviste con tu mano derecha,
y con tu bondad me engrandeciste.
36Me pusiste sobre un terreno espacioso,
para que mis pies no resbalaran,
37y así pude perseguir y alcanzar a mis adversarios;
¡no volví hasta haberlos exterminado!
38Los herí, y ya no se levantaron;
¡quedaron tendidos debajo de mis pies!
39Tú me infundiste fuerzas para la batalla,
para vencer y humillar a mis adversarios.
40Tú los hiciste ponerse en retirada,
y así acabé con los que me odiaban.
41Clamaron a ti, Señor, pero no los atendiste;
¡no hubo nadie que los ayudara!
42Los hice polvo, y los arrastró el viento;
¡los pisoteé como al lodo en las calles!
43Tú me libraste de un pueblo rebelde
y me pusiste al frente de las naciones;
gente que yo no conocía, viene a servirme;
44gente extraña me rinde homenaje;
¡apenas me escuchan, me obedecen!
45¡Gente de otros pueblos se llena de miedo,
y sale temblando de sus escondites!
46¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi roca!
¡Exaltado sea el Dios de mi salvación!
47Es el Dios que vindica mis agravios
y somete a las naciones bajo mis pies.
48Es el Dios que me libra de mis adversarios,
que me eleva por encima de mis oponentes,
¡que me pone a salvo de los violentos!
49Por eso alabo al Señor entre los pueblos,
y canto salmos a su nombre.
50El Señor da la victoria al rey;
siempre es misericordioso con su ungido,
con David y con sus descendientes.
Como la mayoría de los otros Salmos escritos por el Rey David, el salmo 18 nos recuerda que estos pertenecen al género de los lamentos. Los salmos de lamentos son conocidos por su descripción de los enemigos del salmista, en este caso los malhechores que pisotean y humillan el nombre de David. Muestra cuán verdaderamente malvados son, qué amenaza tan grave representan y por qué Dios necesita liberar al salmista de ellos.
Por lo que, no debe sorprender que el salmo 18 sea la respuesta de David a Dios en una oración suya suplicando por la liberación de sus enemigos. Aunque en muchos salmos este hace lo mismo, particularmente es aquí donde lo entiende, y como resultado, alaba al Señor por esa liberación.
En el mismo orden, el foco principal del salmo es la liberación que hacen las personas para que Dios aleje a sus enemigos. Es algo que se sigue viendo a día de hoy, y muchos de nosotros nos sentamos mañana y tarde a pedir la liberación de los que nos envidian, nos atormentan y quieren hacernos daños. De lo anterior descrito se entiende que conectemos fácilmente con David en este Salmo, ya que todos queremos que el mal se aleje y se nos colme de bendiciones. Pero el plan de Dios es perfecto y él sabe lo que hace y cuándo lo debe hacer.
Significado del salmo 18
Todo el salmo 18 es un golpe contra la falsa gracia y la falsa predicación, aquella que nos quita nuestra responsabilidad personal y nuestra parte en el pacto. La predicación que dice que lo que hacemos significa muy poco porque ‘todo es por gracia’ en la palabra de Dios. Sin embargo, cada uno de nosotros tenemos una parte que hacer en la vida, y no podemos sentarnos a esperar que Dios solucione los problemas sin antes haber una reacción. La verdadera gracia conduce al trabajo y la acción.
Lo que Dios hace es a menudo una reacción a nuestra acción y anhelo. Así es como en realidad se honra a Dios, porque es Él quien trabaja tanto para querer hacer, pero no llega a ninguna parte sin nuestra obediencia. Lo que él quiere es que nosotros lo busquemos, para él ayudarnos, pero exige obediencia de sus palabras.
Esto fue lo que entendió David, y lo que se puede analizar el salmo 18. Una vez que Dios intervino y sus maravillosos actos se hicieron presente, él agradeció por lo que tenía presente. En lo que respecta a David, la respuesta de Dios a su oración fue una recompensa por su esfuerzo sincero. Es un mensaje para las personas que quieren ser recompensado pero no hacen lo suficiente para merecerlo.
Otro mensaje que contiene el salmo 18 es que nunca debemos apresurarnos a poner en duda el manejo de las situaciones de Dios. Por ejemplo, están los que se desvían a pensar, sospechar y sacar conclusiones erróneas sobre la base de las acciones de Dios. Dios no cambia dependiendo de las situaciones de las personas, sino que forma parte de su plan. Él no es parcial, sino justo con las personas. A cada quien le tocará lo que corresponde.
Análisis de los versículos del salmo 18
Versículos del 1-6
En los primeros versículos del salmo 18 vemos a un David que hace un llamado a Alabar debido a la poderosa liberación de todos sus enemigos. Vemos a un hombre que ha sido recompensado con la gracia del Señor por cada una de sus oraciones. Lo que nos enseña que invocarlo a través de las suplicas y confiar en Dios nos salvará de los enemigos, pero a través de alabanza constante.
Y debido a eso, Dios es digno de ser alabado. David describe muy bien la situación que requería el tipo de liberación que solo este Dios podía proporcionar, por lo que no importa lo duro que sea la situación, siempre podemos buscarlo para que nos ilumine con su grandeza.
Versículos del 7-27
En la primera parte de estos versículos vemos cuál es la respuesta a la oración de David, donde la liberación de Dios se representa como una tormenta que se mueve con mucha fuerza en los enemigos. El salmista sabe que no es ordinaria, sino que es la respuesta de Dios. Esto es una asombrosa y majestuosa muestra del poder de nuestro Dios. Él es poderoso, provocado por la ira cuando su gente se encuentra oprimida. Y, por supuesto confiar, que hará algo respecto.
En la segunda parte, los versículos hablan del porqué Dios libró a David de sus enemigos. Y es porque el salmista era justo, siguió los caminos del señor y confió siempre en que haría algo al respecto. Dios se deleita en su pueblo y los libera por esa razón. Nos enseña a no preocuparnos, que Dios siempre nos escucha y hará algo al respecto.
Versículos del 28 al 50
En los siguientes versículos, David continúa destacando la liberación de Dios y cómo ahora se le ha otorgado una obligación de gobernar sobre lo que se le ha entregado. Ya no solo gobernará la nación de Israel, sino también a las naciones que los rodean, a quienes Dios se lo había encomendado.
Por último, el salmo 18 cierra con una resolución de alabanza al señor por todo lo que ha dado. Esto incluye una promesa de alabanza por la liberación de sus enemigos. Lo que es una muestra que siempre debemos estar agradecido con lo que nos ofrece Dios, del mismo modo que obediencia eterna.